15 abr 2009

CAMPAMENTO ARDILLA


El Campamento Ardilla es uno de los momentos más recordados por todos, fue el lugar donde de alguna manera mágica nos encontramos con la amistad, qué más podíamos hacer un grupo de jóvenes a punto de pasar a otros quehaceres de la vida. Entonces las preocupaciones de un futuro eran lejanas y solo nos teníamos enfrente uno al otro, todos abrazados por un mismo espíritu, todos sosteniéndonos unos a otros; todos uno, mucho tiempo después ya no hubo en quien sostenernos. Fuimos cayendo uno a uno sin darnos cuenta, ya no estaba nadie, ni tú, ni yo, ni el otro; naturaleza de la vida, que recuerdo tan triste, pero antes que este recuerdo naciera delante de nosotros estaba Mata de Pinos, un lugar con una belleza natural inigualable. Laguna entre las montañas llenas de tonos verdes que brotan de los pinos y oyameles que parecen nunca terminar en el horizonte de la sierra. Las nubes apenas encima de las montañas confunden al espectador haciéndole creer que son cimas nevadas, el agua en calma, cristalina, pareciera que el hombre jamás a tocado estos lugares. A lo lejos cabañas humeantes de los pocos pobladores de la zona, delante un bello paisaje como en las revistas de la campiña francesa y un basto paraje donde instalar una casa de campaña y disfrutar de un buen campamento. Tras instalar las tiendas, prender el fuego y degustar unos alimentos provenientes de las viandas que se llevaron, decidimos abrir de una vez por todas la primera de las botellas, Ron como si fuésemos marineros, luego Brandy como si fuésemos estadistas, después tequila como si fuésemos hacendados. Después hablamos en inglés, reímos, nos abrazamos y nos juramos amistad eterna, todo era mágico, el lugar, la compañía, la plática, la risa y el fuego que sin darnos cuenta poco a poco se fue consumiendo hasta encontrarnos en una soledad obscura y fría. Nadie se podía reconocer ni siquiera por las voces, éstas hacía rato habían dejado de ser gracias al alcohol. Las voces de quien las hablaba.
Fue entonces cuando nos convertimos en mounstros groseros de la noche, orinamos uno enfrente de otro, en la laguna vomitamos, nos dijimos las verdades que amigos jamás se deben decir, nos herimos con nuestras propias lenguas, las palabras armas poderosas devastaron nuestra frágil conciencia, humillamos al campo y hasta el más ecologista de todos se dedicó a aventar botellas vacías al fondo del agua. Poco a poco nos fuimos quedando menos, unos doblegados por el alcohol durmieron, otros alentados por la misma causa se convirtieron en animales primitivos e hicieron que la casa de campaña se moviera tanto que todos nos enteramos de lo que estaban haciendo, incluso los que ya dormían, luego todos escapamos de nuestros miedos y sin mareos dormimos, solo Dios sabe cómo.

Caminatas e historias fueron parte del itinerario de un día más, la noche ahora era diferente, el alcohol tomado de una manera mesurada dieron puerta a pláticas de la vida cotidiana: política, religión, música, recuerdos, pero también abrieron la puerta de un par de miradas que se siguieron durante toda la noche a través de la fogata, de la luna, de los cuerpos, de las voces; esas miradas de una forma casi accidentada quedaron solas, él la invito a dar un paseo en la balsa diciendo: - Tengo un sueño o fantasía, estar en medio del lago y hacer el amor-, ella se sorprendió -¡¿y eso?!-, -Así se fundo México, en el centro del Lago-, ella aceptó -Si te levantas temprano yo voy contigo-, -¡¿temprano?!- -Tu fantasía es en el centro del lago, la mía es hacerlo viendo el amanecer-.

Al día siguiente se alistaron para zarpar en la pequeña balsa inflable, era una fría mañana en el Campamento Ardilla, la neblina apenas dejaba ver el espejo de agua de la presa de Mata de Pinos, la resaca de la noche anterior perturbaba los sentidos y hacía que se confundieran fácilmente el olor a Pino con el olor a leña quemada y el alcohol que aun permanecía en los vasos que no fueron vaciados apenas unas horas antes.
El ambiente estaba contaminado pero no sus intenciones, así pues abordaron la endeble embarcación, ambos en pantalones cortos y con una pala de albañil como remo. Después de dar varias vueltas sobre el propio eje lograron descifrar el avance de la balsa impulsada por el improvisado remo, una vez que se adentraron en la presa y cuando la neblina no les permitía ver por momentos ni a ellos mismos, supusieron que nadie podía verlos, era como imaginar estar entre las nubes, en montañas de algodón, en un planeta inhóspito, en algún otro lugar que nadie más imaginara. En ese momento solo eran ellos dos, ninguna imagen más frente a frente, solo quedaba el deseo. Él observó que la piel de ella era tan blanca como la neblina, ella observó que él era tan rojo como el deseo que ella sentía… se precipitaron uno a otro y sin más remedio se besaron. Fue tan estremecedor el acto que agitaron toda el agua, las aves volaron y como una imagen providencial, la neblina se despejo y se apreció el cielo azul que cubría el lago, las olas que se formaron fueron tan altas que inundaron la pequeña casa de campaña donde sus ocupantes alarmados salieron a ver lo que sucedía. Apenas lograron vestirse tras el movimiento de la balsa, cuando fueron vistos desde la orilla; bastó un saludo con la mano y movimiento indicando que todo estaba bien. Nadie sospechó de lo ocurrido, ellos jamás lo volverían a recordar, fue como si jamás hubiese pasado, es esa apreciable capacidad que tenemos de olvidar las cosas, de alejarlas de nuestra memoria tanto que el día que tratamos de recordarlas ya no existen o se convierten en imágenes inventadas de un pasado tan lejano que creemos que fue un sueño, una parte de nuestra imaginación que cree que algo sucedió pero que no sabe si es verdad o mentira, una verdad mentirosa, una mentira verdadera, sofisma de nuestro campamento Ardilla.



Dillo, (Hugo Raya).
Mayo de 2008.




Ese día caíste como una señal inequívoca del lugar donde deberíamos de estar, accidentalmente se eligieron los sitios de fundación de las ciudades, accidentalmente se fundó nuestra amistad y hoy no sabemos si ese lugar aún existe, pero de algo estoy seguro, nuestra amistad sigue en pie.