MI FUGAZ ENCUENTRO CON SAÚL HERNÁNDEZ.
Habrá muchas letras dedicadas a
estos encuentros fortuitos y escasos con el mítico rockero Saúl Hernández,
líder de la banda Caifanes. Y no es para menos, lo que ellos hicieron, lo que
representa esta banda y sobre todo su líder, es no menos digno de redactarse, o
para otros, simplemente dirán que no es para tanto. Pero estoy casi seguro que
no hay nadie, que no se sepa una rola de ellos, o si al caso, que no los hayan
inspirado a tener una banda de rock… de rock en español, en ese movimiento del “Rock
en tu idioma” en los años 90.
He tenido la dicha de conocer el “paraíso”:
Playa del Carmen, en la Riviera Maya, Quintana roo gracias, primero, al impulso
de la invitación a la boda de un gran amigo-hermano de mi infancia. Esa primera
vez, en el 2011, me alojé en un hotel ubicado en la 5ta Avenida, el lugar más famoso y
transitado de Playa, donde uno puede encontrar de todo y sentirse en otro país
mientras se camina por su larga calle. Uno se puede “estacionar” en cualquier
restaurante o bar a echarse una chela o cualquier bebida de su preferencia.
Ya sabía que Saúl vivía en este
lugar y además es dueño de “Kitxen”, bar de música en vivo. Así que, me destiné
esa primera vez a visitar el bar y tomarme una chela para ver si tenía la
suerte (igual a la de otros) de encontrarme con este personaje; mítico para
muchos y gurú para otros tantos. Inspiración para muchos de nosotros y criticado
por otros más. No importa cuál sea la definición de este “frontman” lo que no podemos negar, absolutamente nadie, es que es
alguien que no se puede negar por ser quién es.
En esa ocasión, un jueves por la
tarde-noche, no tuve la suerte de encontrarlo. Después de 3 cervezas y de
platicar con el barman del lugar, me
di por vencido y me retiré. Lo único que me dijeron fue que él no va los
jueves, lo tiene destinado para estar en casa con su familia –a según- que me
diera una vuelta el viernes o el sábado. Pero no podría ninguno de los dos
días, pues ya tenía el compromiso de las bodas civil y religiosa.
El domingo, mi último día en ese
paradisíaco lugar, me lancé de nuevo al “Kitxen” y efectivamente, no lo
encontré. Le pregunté al barman que
si llegaría más tarde y me dijo: “uy
amigo, no, ayer estuvo aquí un buen rato, hubieras venido. Estuvo sentado con
un chavo en la mesa de atrás de ti, echándose unos tragos de tequila y se puso
una peda con ese güey…” Ni pex –dije- ya no me tocaba, ya será para la otra.
Partí de Playa del Carmen el lunes
temprano. Despegué del Aeropuerto de Cancún y todo volvió a la normalidad. Sin
embargo, desde ese día que pisé Playa, me enamoré del lugar y juré volver en
cuanto pudiera, pues bien puesto tiene el mote de “Paraíso”. Me atrapó por
siempre “Carmen”, así que, quizá para la siguiente visita tendría más suerte.
En agosto del 2011, mismo año de
mi visita a Playa, DuraznoS –mi banda- grabamos nuestro primer disco debut
llamado “Despega”. Esta producción nos ha llevado a tocar en diferentes lugares
y a finales de febrero del 2013, fuimos seleccionados e invitados por el Corona Music Fest a ser teloneros en
Morelia Michocacán, donde alternaríamos con Caifanes, La Cuca y El Gran
Silencio. Entonces mis compañeros de grupo y yo, supimos emocionados que
tendríamos una gran oportunidad de conocer a todos estos músicos iconos del
rock mexicano. Nos “codiaríamos” con los grandes y por supuesto pensamos en la
foto con ellos y quizá poder platicar con chela en mano para presentarnos con
ellos y regalarles un disco, para que así supieran de nosotros.
Pero no tuvimos suerte. En nuestro
soundcheck llovió y se mojaron
algunos instrumentos, la pantalla y todas las luces. Nos interrumpieron y nos
dijeron que el tiempo de secado de todo, llevaría al menos unas 4 horas, tiempo
en que estaba programada nuestra presentación. Así que, muy amables, nos
invitaron a Puebla. “Perdimos, pero ganamos”, así, sin más, se entiende.
Entonces una vez más, un
encuentro con Saúl Hernández, Alfonso André, Sabo Romo, Diego Herrera y
Alejandro Marcovich, se esfumaba. Caifanes no se presentaría en el Corona Music
Fest Puebla.
Y pasó el tiempo. A finales del
2013, después de muchos planes frustrados de ir a la playa con mi novia, le
dije que si nos lanzábamos a Playa del Carmen, a visitar a mi amigo y su
familia, para conocer a su primogénita y por supuesto, admirar la belleza de “Carmen”.
Ella dijo que sí.
Envié el correspondiente mensaje
a mi amigo y éste me comentó que bienvenidos siempre. Así que compramos los
boletos con 1 mes de anticipación para volar de Toluca a Cancún un 22 de enero
del 2014.
Cuando pensé en qué tengo que
llevar a la playa, después de empacar los trajes de baño, y demás, tomé 3
discos de DuraznoS y los puse en mi mochila personal. Los destiné desde
entonces: El primero es para mi amigo de toda la vida, el 2do, para Saúl (si me
lo encuentro) y el 3ero, no lo sé, no está demás, uno nunca sabe a quién se
puede encontrar y menos en Playa del Carmen. Así que los metí y me dije: “esta
vez tendré la suerte de conocerlo y regalarle el disco”.
Salimos el miércoles 22 de enero
del Aeropuerto de Toluca a las 8:45am. Arribamos a Cancún a las 10:46am.
Llegamos a Playa del Carmen 1 hora después. Ese primer día, por la tarde, nos
lanzamos a la playa, al Mamita´s Club. Después, nos fuimos a caminar por la 5ta
Avenida. Era la primera vez que mi novia visitaba el Paraíso, así que, nos
dispusimos a conocer. Pasamos por el bar “Kitxen”, pero no vi que estuviera
Saúl. A mi novia le conté cuál era mi plan y de quién era ese bar. Ella sabe
bien que me gusta Caifanes y ella también conoce su música.
Así pasó el miércoles y jueves
que fuimos a la playa. El viernes nos lanzamos a Tulum. El sábado, nos lanzamos
a la playa hielera en mano, la botana y nos dispusimos a gozar todo el día. Por la
tarde, cuando “cayó el sol”, después de unos vodkas, caminamos hacia la 5ta
Avenida, por donde habíamos dejado estacionado el auto. Y pasamos por el “Kitxen”.
Al voltear, reconozco a la esposa de Saúl y algo me dijo que si ella estaba
ahí, él también. Le dije a mi novia: “Se me hace que aquí está, allí está su
esposa”. Volví a voltear y fue entonces cuando lo vi; le dije a mi novia: “allí
está, sí está”. Ella me dijo que me lanzara, que era la oportunidad. Así que lo
hice, entré al bar, lo toqué por la espalda y le dije: “Saúl, hola, oye, ¿me
podría tomar una foto contigo?” Él muy chido dijo que sí, que en la parte de
afuera. Y salió por delante de mí. Mientras le daba mi teléfono a mi novia para
que tomara la foto, sacaba de mi mochila el disco de mi banda para regalárselo.
En ese momento le decía que tenía una banda que se llama DuraznoS y que
habíamos sido seleccionados para abrir el Corona Music Fest en Morelia cuando
ellos se presentaron allí, pero por cuestiones de clima no pudimos hacerlo,
asunto que claro está, él ni enterado de nada; obviamente. Sólo exclamó: “órale
que chido”. Nos tomamos la foto y él tomó el disco para posar con él. Al
terminar, le di las gracias y que ojalá lo escuchara; respondió que sí, que
muchas gracias. Le pregunté que si podía grabarnos un saludo en video para mi
banda y por supuesto dijo que sí. Sólo me restó agradecerle y no hostigarlo
más. Me sentí muy emocionado y nervioso a la vez. Ya no supe qué hacer ni qué
decir, me di la vuelta y él se metió al bar.
La adrenalina fluía en mí, creía
y no en lo que había pasado. Quería festejar y así fue. Edité el video, la foto y las subí a mis redes sociales. Los “likes” y comentarios no paraban. Yo
seguía pensando en ese encuentro y en si fue lo que imaginaba, lo que “esperaba”…
por un lado sí, pero por otro no. Y es que esa parte del “no” fue porque quizá
debí quedarme un poco más de tiempo platicando con él, pedirle una firma,
decirle todas las cosas que pienso y siento o me hizo sentir cuando yo acudía a
sus conciertos. Cuando esperaba en las noches los programas de televisión en
donde tocarían en vivo para grabarlos. Decirle que me sé sus canciones de
memoria, que las toco de oído, que hicimos un tributo a Caifanes, que me
gustaría echarme un palomazo con él ahí en su bar. Que si necesita un baterista
que cuente conmigo, que no hay rola de Caifanes que no me sepa, o que si
necesita otro bataco para su proyecto solista me tome en cuenta, que me dé por
lo menos la oportunidad de audicionar. Que se tome unas chelas conmigo, que yo
invito y platiquemos de la vida, de la música, del Paraíso… de muchas cosas. Pero
fueron 5 minutos, 5, nada más y por mucho.
No sé si desperdicié la
oportunidad que tanto había esperado, pero en ese momento creí que lo mejor
sería dejarlo así, libre, sin decirle tantas cosas que seguro ya ha escuchado,
sólo cambia la persona, la voz y las intensiones.
Me sentí y me siento contento de
haber “planeado” ese encuentro con él. Se cumplió, se logró mi cometido. Soy un
fan más, lo sé pero de los pocos que se lo ha encontrado en Playa del Carmen. Y
seguro no será difícil sabiendo que ahí vive, que el encuentro es un fifty-fifty mientras no ande de gira. No
sé si fue el destino, no creo, pero como dijo mi novia: “lo atrajiste” y así
pasó.
Y será que no quise decir más, ni
pedirle todo lo que anteriormente comenté, porque a los ídolos, a todos aquellos
que admiramos, hay que dejarlos libres para que precisamente sigan siendo eso…
Preferí quedarme con la duda de saber más de él de viva voz, decidí que mejor sea
para otra ocasión y que al menos sepa de mí, a través de mi música, (si es que
escucha el disco claro está) así como yo de primera instancia supe de él.
Mi encuentro con Saúl Hernández
fue, algo que alguna vez pensé que nunca se daría, pero al pasar el tiempo me
dije: ¿Y por qué no? Si ya sé dónde puedo encontrarlo…
Saúl Hernández y Raúl Reco. Bar Kitxen, Playa del Carmen 2014.
Video aquí:
https://www.facebook.com/photo.php?v=10202982758712151&l=2698022574820375529
1 comentario:
que buena narración hermano, me hiciste sentir como si lo estuviera viviendo, yo solo espero poder tener esa minima oportunidad de cruzar un par de palabras, casi casi cuando escribes una carta de amor, nunca sabes como empezar, pero una vez iniciado, ya no puedes parar!!! abrazo carnal, yeah.....
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