La primer vez que manejé en carretera, fue a Acapulco Guerrero, en un vocho de un buen amigo de aquellos años; allá por los noventas. Fue un viaje de 7 horas por la carretera libre.
El recorrido fue Zitácuaro-Toluca-Ixtapan de la Sal-Taxco-Iguala-Acapulco. En ese viaje íbamos mi amigo su novia y yo.
Nunca pensamos lo que nos esperaba como bienvenida en la casa de la dama, pues ni el novio ni yo, sabíamos en dónde vivían.
Llegamos al puerto, nos dirigimos como hacia la costera, pero mucho antes Tania, le pide a su novio Horacio que nos desviáramos en la siguiente avenida a la derecha, como hacia el cerro.
Bien, nos dirigimos hacia aquel lugar, le pide a Horacio estacione el carro en el lugar destinado y que bajemos nuestras cosas pues ya habíamos llegado a su casa.
Horacio y yo nos voletamos a ver y con las miradas nos dijomos todo, que en sí era: "wey, no vamos a dar molestias para nada, mejor paguemos un hotel aunque sea de los más baratos, pues la neta se ven familia muy, muy humilde y de modestísima casa".
Encontramos a la suegra de Horacio y a la abuelita de Tania zurciendo una como cortila que parecía red. Al lado de ella estaba una cama matrimonial y ésta, se encontraba como en el balcón de la casa.
"Pasen, pasen, sean ustedes bienvenidos, que bueno que ya llegaron. Mucho gusto en conocerlos; estamos preparando lo que pondremos ante la cama pues los mosquitos no dejan dormir y con esto estarán bien" -"Señora muy amable, pero de verdad no queremos molestar, nosotros buscamos un hotel y nos vamos para allá de verdad, muchas gracias por la oferta"- Comenta Horacio mientras yo callaba.
-"De ninguna manera, ustedes son bienvenidos y no los dejaremos ir a ningún lado, así que no sean groceros y aquí se quedan, todo está listo"- Respondió la mamá de Tania.
En fin, nosotros nos quedamos, ni modo, tampoco podemos hacerles la grocería de irnos cuando ya tienen todo preparado.
Y así fue, dejamos nuestras cosas en el lugar donde dormiríamos y más tarde, después de una plática, nos salimos a dar la vuelta al Puerto de Acapulco.
Después de llegar de pasear, nos dispusimos a dormir en el lugar que había sido destinado para nosotros.
No pude dormir mejor, súper fresco... ahora el asunto era saber, en dónde nos bañaríamos. Y bueno, la respuesta es obvia: en el baño.
Ps sí, cuando me dispuse a darme un regaderazo, busqué y busqué las llaves para abrir la regadera y jamás las encontré, es más, ni la regadera. Sólo encontré unos botes llenos de agua, una cubeta y una jícara. Entonces no había más que intentar descubrir ni desifrar, el asunto es bañarse a jicarazo puro. Así que con el agua fría despertamos.
Luego, nos dispusimos a desayunar... madre mía, qué manjar de desayuno, aunque fueran unos simples huevos con frijoles refritos, eran como pocos había probado en mi vida; riquísimos.
La mamá de Tania nos dijo que nos fuéramos al mar y que regresáramos a comer, pues nos tendría unos mariscos.
Cuando regresamos a comer, nos encontramos una mesa repleta de pulpo y camarón, un manjar exquisito. Nos llenamos hasta el hartazgo, y nos deleitamos con el sazón de unos nativos guerrerences.
Luego iniciaron los problemas entre los novios. Tania y Horacio discutian mucho sus diferencias. Ella por ser "gastalona" y el otro por ser celoso hasta la madre, un hombre controlador. Yo en medio, sin saber qué hacer. Hubo muchas cosas que no me parecieron del actuar de él para con ella, pero no podía defenderla del todo, puesto que si era así, corría el riesgo de que el amigo me dejara tirado en Acapulco. Así que, entre aguantarme, incomodarme y sentir pena ajena, intentaba disfrutar. Me decía a mí mismo que jamás volvería a un viaje de este tipo con Horacio, pues la estaba "cagando".
En fin, Horacio enojado y yo como amigo, nos salimos solos a chupar, intentando que las cosas se calmaran y después, intentar regresar. Esa noche, nos esperaba su suegra en las afueras de su casa para hablar con Horacio. Y así fue, llegamos y la señora toda una dama, se dirigió a Horacio con mucha educación, lo que me apenó aún más ajenamente, pues Horacio no tenía nada qué decir, nada qué argumentar y mucho menos nada que justificar sobre el actuar de su hija, pues como le dijo la señora, "si mi hija gasta es porque quiere, para eso es el dinero y para eso nosotros la mantenemos, si a ti te enoja eso, es tu problema". Así que nos dijo que pasáramos y pidió de la manera más atenta a Horacio, se encontentaran y la pasaran bien, pues no tenía razón de ser el disgusto tan estúpido.
Este viaje, que fue mi primero con un amigo después de muchos años de haber conocido Acapulco, me gustó, pero sus bemoles fueron un parte aguas para desear ir con otra gente.
Aprendí que la calidad humana, la calidez de la gente es más importante que haber llegado a un hotel o una casa con todas las comodidades. Nunca he sido una persona que se fije en los bienes materiales, ni en la posición económica que la gente posee, no. Me considero una persona que se adapta y agradece enórmemente a aquel que me reciba en su morada, eso ya de por sí es bastante molestia, lo demás es por añadidura y sin obligación claro está.
Comí mariscos como jamás había comido en mi vida, tanto en abundancia como sin soltar un sólo peso, pues nunca nos dejaron cooperar en ningún sentido. Fuimos tratados como Reyes, como en muchos lugares no lo somos.
Este viaje lo recuerdo mucho por eso, por lo agradecido que estoy de aún sin conocerme, la familia de Tania me trató muy bien.
El sentido de todo está en cómo te lo ofrezcan, con interés de obtener algo de ti, sacarte un provecho, o desinteresadamente mostrándote afecto como persona.
"Buen viaje de regreso, vuelvan pronto"...
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