3 jun 2008

Mi percutiva vida...

El culpable de introducir a mi vida el tambor, mi hermano Armando, en primaria (6 años) y yo, (3años). Gracias Bro...

Septiembre de 1983, 6 años de edad cumplidos, inicio de la primaria y con ello, entro también a la banda de guerra de la escuela. Cabe destacar, que ya había tenido un acercamiento con el tambor antes de entrar a la primaria, mi hermano estaba en la banda de guerra antes que yo, por lo que digamos que el “culpable” de que me gustara el tambor, fue él.


Desfiles en la banda de guerra, participando con la secundaria. Yo aún en primaria.

6 años de representar una de las mejores bandas de guerra en aquel entonces. 6 años de marchar encabezando diversos contingentes de niños desfilando. 6 años de tocar marchas de guerra sin que realmente peleáramos una como tal. La satisfacción de ver que todo salía bien. El bonus de emoción al observar que éramos admirados por otros niños al vernos tocar. Cuando sonaban las trompetas, mi piel se erizaba… Tuve la suerte y dicha de que me llamaran para concursos y que me sumara a la banda de guerra de una secundaria mucho antes de salir de la primaria. Muchos desfiles y muchas presentaciones en concursos. Fue realmente en esa época, donde me inicié en el terreno de la percusión. Las baquetas para tocar el tambor eran de un grosor que, o te aflojaban la muñeca o te la aflojaban… después, parecían plumas sobre las manos.Ya me había dado cuenta que los tambores, (percusiones) me llamaban mucho la atención y me gustaban de sobre manera.Mi primer batería, fue creada con cubetas y discos cubre cadenas de bicicletas… muchas cubetas rompí de hecho y siempre tocaba el mismo patrón cantando diferentes canciones de aquel “rockero” Laureano Brizuela… jajajajaja.Las fiestas, primeras comuniones, bodas, XV años y demás, eran el lugar preciso para adquirir conocimiento en cuanto a la batería como tal. Observar y aprender, identificar de dónde proviene cada sonido, luego reproducirlo en mi memoria para después tocar en el aire. La diversión en esos eventos para mí no existía como los demás niños, yo sólo quería ver al baterista y cuando iniciaban a tocar, mi total atención era para el baterista. Recuerdo una fiesta en la que un buen amigo mío me preguntó al verme recargado en un pilar: “¿Qué haces, por qué no te vienes a jugar? ¡Ahh! –Dice- es que te gusta la batería”

Tocada de película, UNLA. 2001

La batería existía en mi cabeza, nunca durante mucho tiempo estuvo físicamente frente a mí, de hecho, no recuerdo cuándo fue la primer vez que me senté frente a una betería, lo único que me acuerdo bien, es que nunca me quedé sin tocarla. Una vez que me senté frente a ella, toqué como si hubiese tenido una toda mi vida.Todo siempre estuvo en mi cabeza, imitando los movimientos y generando el sonido de los tambores y platillos.Agradezco a todos los bateristas de los grupos que tocaron en esas fiestas a las que asistí, por colaborar involuntariamente a que yo aprendiera.Después, el poner los discos y aprenderme los patrones de batería de la música que escuchaba no era nada especial, ya era algo innato, que a la vez aún no puedo controlar, porque siempre sigo el ritmo de la batería, es algo involuntario que me sucede y que inevitablemente, cada que escucho música fresca, lo primero que escucho es la batería, como a cada músico le sucede con su instrumento.Unos amigos formaron un grupo de rock, fue entonces cuando pensé que yo debería ser el baterista, pero el problema radicaba en que yo no tenía batería y no tenía cómo comprarme una. Alguien que sí tenía, se quedó en el lugar que yo deseaba tener. Sin embargo, cuando esta persona no iba a los ensayos, yo tomaba su lugar, me sentía como pez en el agua, yo quería estar ahí, me sentía con más capacidad para ello. Un día, mientras llegaba el baterista, me dijeron que ese ensayo podría ser mi prueba, puesto que ya estaban hasta el gorro de las faltas del tutor del instrumento; que le echara ganas. Me puse nervioso, creo que fallé… pero de hecho, el baterista jamás estuvo de acuerdo y nunca salió del grupo. Mientras tanto, yo seguía yendo a los ensayos para en cualquier oportunidad, “treparme” a la batería y poder tocar algo o aprovechar que no llegaba el titular y quedarme yo ensayando.Mis prácticas, mis ensayos, el aprenderme los ritmos, los realicé con la ausencia de la batería, todo era en el aire, en mi imaginación existía la batería. El tocar sin sentir el rebote del los parches del tambor, hace que la muñeca lo realice y así se vaya soltando más.La primera vez que tuve una batería prestada, me la llevé a mi casa, creo que fue en 1995. La instalé en la sala, quedando de espaldas el estereo en el cual ponía todos los discos que tenía para seguir las canciones. Algunos de mis vecinos creo que se aturdieron demasiado, quizá a algunos otros les gustó. Yo me devoraba las tardes completas tocando la música que quería tocar y todos estos ensayos me dieron la pauta del tiempo, a no acelerarme cuando tocaba en vivo con otros músicos. Me estaba entrenando bien. Mi mayor influencia en la batería es Alfonso André, la manera de tocar de este músico, me parece muy completa y mi falta también de conocimiento de más bateristas como tales, me limitó el panorama en ese entonces.Desde que nací, he estado rodeado de música, supongo que mi madre cuando estaba embarazada de mí, tocaba su fabuloso piano, entonces, quiero creer que ahí desarrollé mi oído, a parte de traerlo como herencia.


Un ensayo más... (2007)

Desde que tengo uso de razón, la música ha formado parte importante en mi formación, en mi casa, en mi familia. De todo tipo de música escuché gracias a ellos y todo ha sido un nutriente importante a la hora de tocar o componer mi propia música.Luego quise estudiar música, quería estudiar la batería como tal, pero desgraciadamente mi madre no me dejó. Me comentó que los músicos no viven de la música, o que era muy difícil vivir de ello. Irónicamente, mi madre es pianista y trabaja en un jardín de niños. Me dijo un día, que si yo quería estudiar música, que comenzara por el piano, asunto al que me negué rotundamente porque el piano no me gustaba… toda mi vida escuché el piano diariamente hasta mis 21 años que emigré a Morelia.Entonces, la música no sería mi principal objetivo a estudiar, ni modo, habría que enfocarme en una licenciatura para que la vida me fuese más fácil. Pudiera decir realmente que me faltó decisión para estudiar música, puesto que si realmente era lo que quería debí luchar por mi sueño, sin embargo no fue así. Me arrepiento con causa de justificación de tiempo.
En ese trance de la prepa, formé un grupo con unos amigos. La batería me la prestaron y fue entonces que pude ser el baterista “oficial” de ese grupo. Hicimos un muy buen equipo como jamás lo he tenido en la música, había madera. Creamos historia, compaginamos en la manera de darnos el gusto por lo que estábamos haciendo, más no por intentar “grabar, pegar y ser famosos” a como diera lugar. Sí claro, estar dentro de la música, lo que uno quiere es que su producción se escuche, que sea posiblemente del gusto de la gente, pero jamás provocarlo “ahuevo” y porque lo tienes que comercializar. Entendimos que si la identificación se daba, debería ser natural, nunca copiamos lo que se encontraba de moda en ese momento para hacer lo propio y buscar “pegar” ¡qué asco! Jajaja.
En grupo terminó como muchas historias más. Nos lamentamos incluso hasta el día de hoy, pero hoy, nuestras vidas han tomado caminos distintos. 3 tenemos una carrera profesional y bien o mal, nos dedicamos a ello ya… hay otras prioridades.
Intentamos continuar con la historia en Morelia, pero no funcionó.


Yamaha Band Competition 2005


Sin embargo, la batería siempre ha estado en mi haber. La espina de estudiar un poco sobre ella la seguía manteniendo viva y no podría no hacerlo. Así que entré a la Yamaha para saber cómo madres se escribiría en notas todo lo que yo sabía, además de aprender alguna técnica que yo no tenía, pues todo lo que interpretaba, era empírico y en base a influencias de bateristas que observé y escuché durante muchos años, creando un estilo propio.
Así que entré a la Yamaha, aún no contaba con mi propio instrumento, no tenía dónde practicar más que en un rebotador, donde apliqué la técnica para mejorar el manejo de mis dedos y muñecas, adquirir velocidad.
Cada martes de ensayo aprovechaba montarme en la batería para seguir las pistas de los ejercicios pautados en el libro. Luego vinieron los primeros exámenes de nivel. En ese año y medio, se formaron grupos al interior para el concurso que realiza la Yamaha cada año en todas las academias del país. Participé en uno y tuve la dicha de ganar en la final en México en el 2005 como mejor baterista de las academias del país participantes.Mayo 2006, se presenta la oportunidad de formar un grupo de cover´s, al que me invitaron a participar un estudiante de bajo de la misma Yamaha. En ese mismo mes, pude por fin comprarme mi batería. En ese mismo año, pero el 9 de junio, me accidento y decido dejar inconcluso mis estudios en la Academia Yamaha. El proyecto del grupo de cover´s no cuaja y sigo de manera paralela con el tecladista para crear música original (inédita mejor dicho).


Mi mejor yo...

Por primera vez puse mis letras para la formación de canciones. Fue disfrutable mientras duró, mientras sentía lo que estaba haciendo, después ya no hubo magia y decidí salirme.Hoy por hoy, la historia de mi vida se escribe también en la llave de Fa, en el pentagrama de las percusiones, cada nota es un símbolo que representa a cada objeto percutivo, así como la batería es un pilar importante para entender mi vida.Sigo tocando y me parece la mejor manera de seguir creando. He tenido reuniones con amigos que nos juntamos a disfrutar el crear música y en cada ritmo, lamentamos no haber seguido, pero nos reímos de ello, aún, sin perseguir nada, solo nos damos el gusto por sentir esa magia que ninguno de los 3 ha sentido en proyectos alternos después de habernos separado hace 13 años.Estar detrás de la batería, es como estar en mi castillo, detrás de una barrera en la que nadie, nadie puede tocarme, en la que desquito mi coraje, en la que creo mi propio mundo sin afectar a nadie y sí darle un sonido. En la que sigo musicalizando mi vida.- cada resonancia de un tambor, me recuerda que las vibras son lo que yo más he sentido y que debo hacer caso a cada una de ellas que se me presentan. Todos vibramos, y ahí llevamos nuestras intensiones, he aprendido a ser selectivo en ello gracias a la batería, soy muy receptor y distingo las malas vibras. La magia no se puede forzar…La manera de pegarle a la batería y hacerla sonar, habla mucho más de lo que yo quisiera que hablara por mí, me ha delatado en muchos aspectos de mi vida. Ha delatado secretos que sólo yo sé y que si alguien pudiera ser tan receptor en mi manera de tocar y aprender a descifrarlo, sabría todo de mí… que bueno que no ha sucedido.Me autonombre Mr Drums, porque nunca dejo de tocar aún sentado en el maldito escritorio en el que me encuentro ahora. Nunca he sabido dejar de tocar, pies y manos tienen el ritmo, mi cabeza el sonido.


El soundtrack de la película de mi vida, nunca ha estado completo, ni nunca lo estará hasta el día que me muera. “Let the rhythm speak” (deja que el ritmo hable).


2 comentarios:

Blanca Nieves εiз dijo...

Ojalá yo algún día pueda tocar el piano.

Total, nunca es tarde...
Un abrazo

Ana dijo...
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