27 may 2008

AHORA NOS DORMIMOS…




¿Dónde quedaron aquellos días, aquellas fiestas largas que parecían 2 ó 3 horas nada más? ¿En dónde está la algarabía de cantar por cantar? ¿En qué tiempo perdimos los abrazos y los llantos jurados bajo un desinhibidor? ¿Dónde están las fuerzas de seguir la fiesta?

¿En dónde quedó el Amanecer?

Quizá nada más tenga preguntas y una que otra respuesta bien sabida, pues el tiempo pasa y las responsabilidades de subsistencia avanzan… que chido era estudiar. Alguien alguna vez me dijo, que estudiar, eran las vacaciones pagadas más largas que uno podía tener en su vida y que pronto se terminan, que aprovechara. En efecto, sucedió tal cual…
Era el 2000, renté una casa en Lomas de la Huerta, en la calle Amanecer 91. Recién había llegado de mi primer viaje a Alaska. En ese inmueble habitamos de inicio, Edgar y yo.
Regresamos a clases en agosto, al reencuentro con mis amigos de la universidad. En los primeros días de clases, sin mucho quehacer, a alguien se le ocurrió que estaría bien “estrenar” la casa y darme la bienvenida haciendo una fiesta. La primera fiesta, fue entre Beto, Jairo, Bernardo, Erandi, Johanna, Edgar, Érika, Cristina si mal no recuerdo… pocos en realidad, pero se convirtió en un recinto oficial de las fiestas del salón. Por lo regular, eran cada quince días y todos se quedaban a dormir, aquello era todo un relajo bien hecho, con forma y sin prejuicios… lo que faltaba eran camas pa´ dormir tranquilos.
Poco a poco, fuimos sumando a más amigos a estas horas de esparcimiento y desestrés A media semana, fue el lugar de los martes para ir a comer pizza antes de regresar a clase de Apreciación cinematográfica a las 4pm.
La casa fue bautizada como El Amanecer, pues bien, hacíamos honor al nombre de la calle, pues las fiestas siempre, siempre, duraban hasta el amanecer; o aún, saliendo del antro llegábamos al Amanecer.
Las buenas épocas del XO Klubb. En ese entonces, conocimos al carnal Jesús Barragán, quien trabajaba de gerente en el antro, y las fiestas en dicho lugar estaban más que aseguradas cada viernes, con repeticiones (a veces) los sábados. Cuando terminaban las horas de antro, había que seguirla: 4, 5 am, y de regreso al Amanecer, donde casi siempre terminamos la fiesta.
Luego se agregó a la casa el buen Ricardo, mejor conocido como el Dactari… quien se perdía de muchas fiestas por irse a su pueblo a ver a su novia cada ocho días, pero quería que se armaran festejos entre semana y… así fue, ¿cómo podíamos defraudarle? Nooo.
Lo curioso de todo esto, es que, por más que nos desveláramos en la pachanga, jamás, nunca de los nunca, dejamos nuestra responsabilidad de la escuela. Si teníamos que estar al siguiente día en clase de las 7am, ahí estábamos, sin quejas, quizá con un poco de sueño, pero seguíamos firmes, con ánimo y buscando el próximo evento en el Amanecer.
El Amanecer, fue testigo de uniones, desamores, románticos deslices, fiestas sin sentido y con mucho sentido, lugar de culto, -mi casa- , salón de fiestas, de comidas, de refugiados, de casi todo lo que se puedan imaginar.
El Amanecer trascendió tanto, que todos en la universidad ya hablaban de él, ya tenía fama de buenas fiestas y música hasta morir. Un buen día, media universidad estuvo metida en la casa, en una fiesta que organizó en buen amigo Beto Z, quien de voz en voz, corrió la invitación y jamás creyó a cuántos oídos llegó la invitación. Ese día, solo estaba Edgar recibiendo gente sin conocer que solo le preguntaba que si ahí era la fiesta del Amanecer. Él como buen anfitrión, dejó entrar a todos, mientras esperaba mi arribo y el de los demás amigos. Cuando llegamos, nos preguntamos: ¿Y estos güeyes qué pedo, ni los conozco? Beto dice. “Querías fiesta, aquí la tienes”… jajajaja.
Los inquilinos que habitamos “formalmente” fuimos 6: Ricardo (Dactari), Edgar (Elcat, Jagger), Hugo (Dillo, peluso), Alfredo (Coyote), el Pollo y yo, con sus respetivas rotaciones y sustituciones, el único que vivió ahí hasta terminar la carrera fui yo… después, la situación me obligó a salir del Amanecer y con ello, se terminó el ciclo del recinto.
Habrá muchas anécdotas que se me olvidan ahora, sería bueno que al escribir la historia del Amanecer, cada uno de los que ahí participamos activamente agregaran sus memorias para enriquecer este lugar que si hablara… mejor no, es mejor que no.
Y ahora nos dormimos… Han pasado 5 años desde que se terminaron las juergas del Amanecer. El egreso y graduación de la licenciatura avocó comenzar la verdadera vida, los verdaderos compromisos profesionales, las vacaciones pagadas más largas de nuestra vida habían terminado. Agreguemos que el tiempo avanza y por ende, los años.
Ya no es lo mismo, ahora salimos, pero ya no es tan común que terminemos en un amanecer. Ahora tomamos con el afán de platicar sin cantar hasta quedarnos sin voz. Ahora ya no podemos faltar a la chamba si realmente estamos muy jodidos. Ahora ya nos da sueño relativamente temprano y el alcohol puede sobrar, lo que antes era imperdonable. Ahora despertarse a las 6 am pesa muchísimo después de una desvelada. Ahora, a algunos (la mayoría) les “pegan” si intentan reconstruir esos días de juerga con los amigos, a algunos les sigue valiendo…
Y sigo preguntándome: ¿Cómo le hacíamos para durar tanto y seguir la fiesta al día siguiente? Hoy sin duda, eso ha cambiado. Aún intentamos seguir el camino que nos marcó el Amanecer, pero es muy esporádico el que lleguemos acercarnos a lo que fue y sucedía en el Amanecer.
Lo bueno y mejor de todo esto, es que los iniciadores de este recinto, seguimos juntos hasta hoy; los verdaderos amigos.
Esto es un intento de recuento de lo que fue a grandes rasgos el Amanecer… las buenas fiestas, “ahora son pedazos”…
Un saludo a todos los que de alguna manera, voluntaria o involuntariamente formaron parte de esta historia. A los amigos que siguen hasta hoy gracias por compartir y hacer de mi casa, su casa…
Un abrazo…

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